La piel seca del rostro se caracteriza por una sensación de incomodidad, tirantez, algunos signos de sensibilidad como rojeces, la tez aparece más apagada y, en general, la piel pierde suavidad y está marcada por líneas finas.
¿Cuál es la causa? La epidermis carece de ácidos grasos esenciales y ceramidas. Estos lípidos actúan como cemento entre las células para que el agua no se evapore en la superficie. Las razones son constitucionales, se trata de un tipo de piel, a menudo hereditario, pero también estacionales, ya que nos faltan más lípidos en invierno.
Por último, desde un punto de vista hormonal, se ha observado que, a partir de los 50 años, la piel se vuelve más seca debido a una inevitable caída de los estrógenos, que solían garantizar una renovación celular regular y una buena elasticidad de la piel. Las fibras de colágeno y elastina y el ácido hialurónico se vuelven más escasas, lo que hace que la epidermis sea más fina y frágil.